VITAMINA A (Retinol)

Fue la primera vitamina liposoluble descubierta. Dos grupos de investigadores hicieron el descubrimiento de forma casi simultánea en 1913. Hallaron que animales jóvenes alimentados con dietas sin grasas naturales mostraban trastornos generales y no crecían. También observaron que mostraban inflamación e infección de los ojos, síntomas que podían aliviarse rápidamente al añadir grasa natural a la dieta, mantequilla o aceite de hígado de bacalao.

Las plantas no contienen vitamina A en forma activa, sino en forma de precursores de la misma como los carotenos (pigmentos amarillos encontrados asociados a la clorofila y responsables en alto grado del color de las leguminosas rojas y amarillas): alfa, beta y gamma. En las aves el beta-caroteno es el más activo de todos. Los carotenos son considerados provitaminas. Los animales no pueden sintetizarlos, pero los pueden pasar a forma activa (vitamina A) en el intestino y en el hígado.

Aproximadamente el 90% de la vitamina A del organismo es almacenada en el hígado. Estas reservas pueden ser aprovechadas en cualquier estado de urgencia, cuando a través de la dieta no aportamos suficiente cantidad. Un exceso de carotenos en la dieta origina un color amarillo naranja en la piel, pero nunca dará lugar a una intoxicación por vitamina A (hipervitaminosis) porque el organismo nunca transformará estos precursores a forma activa a no ser que lo necesite.

Fuentes: Los carotenos los encontramos en las verduras foliáceas verdes y amarillas: coles, hojas de nabos, zanahorias, espinacas, lechugas, acelgas, calabazas, diente de león; y en frutas como albaricoques, melocotones, melones, etc. Cuanto más intenso es el color verde o amarillo de una fruta o verdura, mayor concentración de caroteno contiene. El aceite de hígado de bacalao y de halibut son fuentes importantes de vitamina A en forma activa.

Funciones: Ayuda a conservar los epitelios en estado normal. Su déficit produce una alteración (queratinización) de la piel y las mucosas que revisten el aparato respiratorio, tubo digestivo, aparato urinario, aparato genital y epitelio ocular. Esto supone una disminución de la barrera protectora que forman estas membranas para proteger al organismo de las infecciones: los microorganismos patógenos pueden penetrar fácilmente y producir infecciones.

Su carencia produce: – Alteración de las mucosas: cavidad oral inflamada con abscesos estériles o infectados. Pequeñas lesiones blanquecinas pueden ser vistas en la boca, esófago, buche o en los conductos nasales. Si se bloquean los conductos salivares pueden producirse inflamaciones en la mandíbula inferior o bajo la lengua. El déficit de vitamina A predispone a una infección secundaria en los senos por bacterias u hongos. También pueden verse afectados los ojos (inflamación y acumulo de material purulento).

En los casos benignos de hipovitaminosis A, los síntomas iniciales son aumento de consumo de agua y aumento de producción de orina, como consecuencia de una alteración (metaplasia escamosa) de los conductos gastrointestinales y urinario.

– Hiperqueratosis: engrosamiento de la piel de los dedos. Estos cambios predisponen a una infección, formándose los típicos abcesos (clavos).

– Alteración en la reproducción: huevos con cáscaras rugosas, bloqueo de huevos, disminución en la producción de esperma, etc.

Algunas especies de aves tienen mayor requerimiento de vitamina A que otras. Ciertos parásitos, como giardias y lombrices, pueden disminuir la cantidad de vitamina A disponible para el ave. Los signos de hipovitaminosis pueden llegar a ser muy obvios, pero a veces pueden confundirse con otras enfermedades: tuberculosis, tumores, infecciones bacterianas, etc.

La vitamina A está relacionada con otras vitaminas: – Vitamina K: dosis excesivas de vitamina A dan carencia de vitamina K. – Vitamina E: previene la destrucción la vitamina A a nivel intestinal. – Vitamina C: los síntomas carenciales de vitamina C mejoran con la administración de vitamina A.