Pelea de gallos herencia cultural (Hernán Cortés p2)

A toda esta parafernalia traída del Viejo Mundo le fue añadido el gusto por las fiestas mensuales, por las procesiones, por los santos, aunque en ocasiones disfrazados para seguirles ofreciendo pleitesía a las imágenes que tradicionalmente en el México antiguo eran las piezas fundamentales de la fiesta, la razón de ser de la fiesta, todo en un magnífico coctel dieron por consecuencia las ferias.

FERIA es un evento social, económico y cultural —establecido, temporal o ambulante, periódico o anual— que se lleva a cabo en una sede y que llega a abarcar generalmente un tema o propósito común. Puede tener por objetivo primordial la promoción de la cultura, alguna causa o estilo de vida, generalmente en una forma divertida y variada; más comúnmente el objetivo es la estimulación comercial, pues tiene la finalidad de lucro o de generar ganancias para las localidades anfitrionas, personas u organizaciones patrocinadoras, y participantes hospitalarios, a cambio de un tiempo grato que incluye diversión y entretenimiento, participación en juegos de azar y de destreza, alimentos, manjares y golosinas, objetos, o juguetes, etc., para los participantes visitantes y negociantes, ya sean estos menores o mayores de edad, dependiendo del evento, consignas, características, costumbres locales y leyes que rigen el lugar.

Fue la de Xalapa la primera que se organizó. Xalapa era el sitio más próximo y seguro a las “insalubres tierras de Veracruz”. Llegaban los bergantines procedentes de Europa con todo tipo de maravillas que, desde el otro lado del Atlántico enviaban, luego se añadiría en Acapulco la feria que, a raíz de la llegada de la Nao de China (NAVES ESPAÑOLAS) y sus preciosos cargamentos, cada año se organizaba. Surgiría luego la feria de San Juan de los Lagos, misma que dio paso, en el transcurso del tiempo, a la Feria de San Marcos, misma que hasta la fecha se sigue celebrando. En todas ellas había, además de la venta de la mercancía llegada del otro lado del mar, las corridas de toros y las peleas de gallos. La idea floreció a tal punto que no se concebía fiesta alguna sin que hubiera lo uno y lo otro: Toros y Gallos.

La cosa sigue aún hoy en nuestros días. En algunos estados más que en otros, pero, en general, en todo el territorio nacional, las peleas de gallos siguen siendo la parte medular de las festividades, una vez concluida la misa e iniciada la kermesse, es decir, como dicen por ahí “primero la devoción, luego la diversión”.

En la actualidad, las “PELEAS DE GALLOS”, como también se conoce este espectáculo, se encuentran ampliamente difundidas y arraigadas en el gusto de muchas personas, convirtiéndose en una tradición. Estos eventos son detonadores de varias actividades económicas: el proceso de selección riguroso del pie de cría, la elaboración de alimento en fábricas que cuentan con secciones específicas, y la contratación de personal profesional, médicos veterinarios zootecnistas –quienes aplican sus conocimientos para el mejoramiento nutricional y genético de las aves– y personas especializadas en el cuidado de los gallos antes del combate.

Por otro lado, hay fabricantes de navajas, de cajas, estuches, de cubiertas, de botadores, de trabas, etc., sin olvidar al grupo de artistas que encuentran empleo en los palenques. Por eso, aunque entre un sector de la sociedad las peleas de gallos son rechazadas, difícilmente serán desechadas; algunos, incluso, afirman que se hallan unidas a la idiosincrasia misma del mexicano.

Hoy en día, el gusto por las peleas de gallos se ha establecido no sólo en México, sino en todo el Continente Americano y aun en otros.