Cuando los conquistadores desembarcaron en América, muchos de ellos trajeron sus gallos de combate debajo del brazo. Se dice que el conquistador Hernán Cortés cuando llegó a México, entre las primeras cosas que hizo fue construir su gallinero para criar gallos de peleas. Se dice que México es la cuna del “deporte” de los gallos.
Dicen que fue Hernán Cortés quien trajo a México a los gallos de pelea, que, para impresionar al gran Moctezuma puso a pelear a esos gallos en su presencia. Esto ocurrió, seguramente en 1518 o 1519 y fue la Gran Tenochtitlán (Temistlán le decía Cortés) el primer sitio en nuestro país donde ocurrió eso que ahora vemos como parte característica de toda fiesta tradicional o fiesta patronal, sea en los ranchos que en pueblos y ciudades al grado tal que hasta institucionalizadas las tenemos, principalmente en Aguascalientes y Guadalajara.
Pensaba, ingenuamente, que las peleas de gallos eran cosa creada en México. Grave error pensarlo así, pues las peleas de gallos tienen tal antigüedad que bien se pueden perder en la noche de los tiempos… se dice que fue en la India, tal vez en China, donde se originan los enfrentamientos, como espectáculo, entre estas aves; así como la música, así como el papel, la pólvora y tantas cosas más, originadas en esas apartadas regiones del mundo, fueron introducidas, las peleas de gallos, como en la Grecia clásica, en donde incluso, antes de una batalla, se les mostraba a los jóvenes contendientes la fiereza con la que se deberían enfrentar: igual a la de un gallo de pelea.
El espectáculo propiciaría las apuestas, que consiguieron hacer famosos a deportes que estaban apareciendo en aquella época, como eran los torneos de caballeros y las peleas de gallos.
Las apuestas eran un método de pasatiempo y disfrute a la vez de los deportes favoritos en distintas épocas, pero todo cambió a partir del Siglo XVIII, principalmente en el 1780, donde Inglaterra fue el país donde se estableció la gran revolución de las apuestas deportivas. Empezaron a abrirse lugares destinados a hacer apuestas y sobre todo había un deporte rey en estas apuestas, las carreras de caballos. Luego llegarían al Nuevo Mundo, a la isla Hispaniola, donde sería el primer lugar en conocer este tipo de aves y es allí, se comenta, que Hernán Cortés las conoce o, en todo caso, se aficiona a estas contiendas, seguiría Cuba, luego México.
Primero se da la cría de gallos de pelea, tal vez por su tamaño, que los hace más fáciles de transportar y dado su colorido y el hecho de tener plumas, se vuelven punto focal de esas novedosas atracciones que los europeos van asentando en el Nuevo Mundo, más específicamente en la Nueva España. Pocos años tendrían que pasar para que, el mismo Cortés, haga traer los primeros toros de lidia, las cartas, es decir, la baraja, que fue lo más fácil de transportar. Esas llegaron junto a los conquistadores, no habían pasado cinco años de haberse dado la conquista y ya todos los elementos propios de una feria estaban enraizando en tierra fértil.
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